PURO VIAJE
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5 islas del Mediterráneo que deberías visitar antes de que se hagan famosas
El Mediterráneo está lleno de rincones que todos conocen: Santorini, Ibiza, Cerdeña, Malta? nombres que ya viven en la imaginación colectiva, siempre brillantes, siempre llenos de turistas. Pero alrededor de estos gigantes hay pequeñas islas que siguen respirando al ritmo antiguo del mar, donde los muelles no están saturados, las noches son silenciosas y los paisajes mantienen una pureza que parece irreal. Estas cinco islas todavía viven en ese equilibrio frágil entre ser un secreto y convertirse en tendencia, un estado mágico que tarde o temprano desaparecerá cuando las hordas de viajeros las descubran. Ahora es el momento perfecto para sentirlas en su versión más auténtica. Astypalea tiene forma de mariposa, y lo curioso es que su espíritu también parece flotar. Sus casitas blancas, encaramadas en la colina que conduce al castillo veneciano, crean una postal que recuerda a las Cícladas, pero sin aglomeraciones. Las playas son pequeñas y translúcidas, casi íntimas, y el ritmo del día sigue siendo lento y respetuoso con la naturaleza. La isla ha apostado por la energía renovable y una movilidad silenciosa que la vuelve todavía más especial. Viajar allí es experimentar una Grecia más suave, menos saturada y profundamente luminosa. A pesar de estar tan cerca de una gran ciudad, el archipiélago del Frioul sigue siendo un refugio solitario. Sus acantilados blanquecinos, tallados por el viento mistral, crean paisajes dramáticos donde el mar golpea con fuerza. Las playas, escondidas entre rocas, parecen inventadas para lectores de novelas de aventura. Caminar entre los senderos áridos y las calas turquesas da la sensación de estar lejos de todo, aunque uno pueda regresar en ferry en menos de media hora. Tiene una belleza seca, casi mineral, que hace que cada rincón se sienta descubierto por primera vez. Procida es pequeña, efervescente y profundamente auténtica. Menos famosa que Capri o Ischia, conserva una vida local vibrante que la hace irresistible. Sus casas pastel, apiladas como bloques de juguete, crean un paisaje que parece pintado por un artista impulsivo. Las callejuelas estrechas llevan a miradores inesperados, y la Marina Corricella sigue siendo uno de los puertos más fotogénicos del Mediterráneo. Procida es Italia sin filtros: ruidosa, hermosa, sincera. Una isla para quienes buscan carácter antes que lujo. Lastovo está lejos de todo, y ahí radica su magia. Rodeada de aguas limpísimas, cubierta de bosques densos y muy poco desarrollada, es un santuario para quienes necesitan silencio. Su parque natural protege un entorno casi intacto, ideal para explorar en kayak o con snorkel. Los pueblos tienen una arquitectura de piedra que parece salida de un cuento medieval, y las noches son extraordinariamente oscuras, perfectas para ver estrellas. Es una isla que se siente intacta, como si aún fuera parte de otro siglo. Aunque forma parte del archipiélago maltés, Gozo vive en una frecuencia distinta. Es más verde, más tranquila y más pausada. Sus acantilados dorados guardan calas escondidas, y los templos megalíticos de ?gantija son más antiguos que las pirámides de Egipto. El mar alrededor es un paraíso para buceadores, especialmente en los túneles y arcos naturales que se han formado con el paso de milenios. Gozo combina historia profunda con una calma insular que difícilmente se encuentra tan cerca de Europa.1. Astypalea, Grecia: la mariposa blanca del Dodecaneso

2. Île du Frioul, Francia: el Mediterráneo más salvaje a minutos de Marsella

3. Procida, Italia: una explosión de color en el golfo de Nápoles

4. Lastovo, Croacia: la isla que el tiempo olvidó

5. Gozo, Malta: misticismo, cuevas y mar infinito

